POR: ALEJANDRO SANTANA
Cuando sacamos un tiempito para salir de nuestro entorno sin importar donde encaminemos nuestros pasos, nos encontramos con desarrollos, avances, modernismos.
Y nos preguntamos, ¿Qué pasa con nosotros, por qué no tenemos lugares que hagan detenerse a los transeúntes a contemplarlos y gritar ¡Hurra, qué bello! ¿Quién lo hizo?
Y no hablo de un parque, de un malecón, de un mercado o un matadero, hablo de un lugar donde solamente acudimos cuando nos toca enterrar a nuestros familiares, amigos y conocidos.
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